12 de abril 1984

Autor: 
P. Antonio

 

Oberhausen, ciudad industrial de Alemania
 
Catalina Kentenich no puede creer. Le llevó muchos meses de desconsuelo aceptar el consejo del párroco Savels, su confesor y sostén espiritual. El pequeño José, en sus juegos y en la intimidad hogareña había dicho que quería ser sacerdote. En cualquier caso, su madre sabía de su notable inteligencia. No había otra opción: o quedaba en la casa de Gymnich con la abuela o su madre debía trabajar y dejarlo a él en el orfanato fundado hacia más de 10 años por Savels en Oberhausen. La escuelita de Gymnich carecía de una formación adecuada y más de una vez se anticipaban por distintos motivos las vacaciones restando muchos días a la enseñanza.
 
Llegó el día previsto. 12 de abril. El pequeño tenía 8 años y 4 meses. Se presentan a las hermanas que dirigen el orfanato que tiene su propia y excelente escuela. Desarraigo ya había el experimentado en los meses que estuvo con su madre en la gran ciudad de Estrasburgo. Este 12 de abril era más amargo: quedaba sin su madre, su abuela y su querida prima Henriette, cinco años mayor que él y compañeros inseparables. Ese día estaba también ella ahí.
 
Al llegar la hora de la despedida, la madre va con José a la capilla de la casa, se detienen devotamente ante la estatua de la Virgen del rosario. Más que emocionada, ella se saca la cadenita y medalla de su primera comunión y se la pone a María. La oración que expresa en voz alta la recuerda el P. Kentenich en algunas ocasiones. “¡Educa tu a mi hijo! ¡Sé muy mamá con él! ¡Realiza en mi lugar las tareas de madre!” (A los congregantes héroes el 3.5.1914). Esto nos recuerda una escena semejante cuando Jesús entrega a María al discípulo amado: “Ahí tienes a tu hijo”. Y… “desde aquella hora el discípulo la hizo suya”. Comenta el P. Kentenich en 1966: que aquello no fue una visión o una vivencia mística sino sentirse profundamente tocado por la realidad de un amor super personal y de gran intimidad”.
 
Esta alianza primera y tan profunda le permitirá a lo largo de los años ir curando las heridas afectivas por la dura realidad de la carencia del abrazo paterno y, desde ese momento, de la gran soledad lejos de su familia y de su terruño. La Mater lo hace sentirse tan hijo que podrá ser padre y madre para infinidad de personas. Cinco años después podrá pasar a la escuela secundaria del seminario palotino en Ehrenbreitstein. Todas las tratativas al respecto las realizó también Savels.
 
En nuestro caminar al 2014 podemos ir viviendo este año dedicado a nuestra relación filial con el Padre. Revivir este 12.4 será algo central para cada uno de sus hijos.

 

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